Para mí, el maquillaje no es solo un ritual de belleza; es un lenguaje universal capaz de narrar historias, enaltecer personalidades y crear momentos que marcan la memoria.

Esta historia comienza en Maracaibo, Venezuela. La ciudad que me vio nacer y que también me obsequió un lugar en la cúspide de su farándula.

Entre escenarios y camerinos, rodeada de brochas y luces, descubrí que cada rostro es un lienzo que nos regala la oportunidad de ser la primera impresión de una nueva historia.

Con el tiempo entendí que el mejor regalo que puedo darle a mis clientas es un look que genere confianza, seguridad y naturalidad.

Tu maquilladora es tu confidente, la persona que te da la certeza de que, a pesar de los torbellinos internos, todo saldrá increíble.

No podía ser tan egoísta de quedarme con esta magia, así que decidí compartirla con miles de personas a través de mis master classes, dándole continuidad a este instinto para que cada vez sean más quienes propaguen esta llama.

La pasión por este arte me llevó a Canadá, donde perfeccioné mis técnicas en sets de cine y proyectos audiovisuales, incluyendo producciones que llegaron a plataformas como Prime Video.

Allí comprendí que el maquillaje no solo acompaña al estilo y la moda, sino que también puede convertirse en protagonista, seduciendo a través de un lente.

Hoy, desde Miami, me consolido como make-up artist para novias, influencers y proyectos creativos.

Mi propuesta va más allá de un servicio: creo atmósferas de calidez, glamour y complicidad, donde cada persona que pasa por mi se sienta única, poderosa y memorable.

Porque, al final, mi historia no trata solo de maquillaje, sino del arte de transformar la vulnerabilidad en un recuerdo inolvidable.